¿Alguna vez has pensado en la diferencia que hay entre retener el talento y fidelizar el talento? Puede parecer lo mismo, pero si lo analizamos de cerca, veremos que hay alguna sutil diferencia.
Veamos dos casos.
El Señor X tiene un buen puesto, despacho propio y un sueldo increíble. Sin embargo, su trabajo no le acaba de gustar. Sus jefes no valoran su trabajo, los compañeros apenas se relacionan entre ellos, la empresa no apuesta por el crecimiento profesional de sus empleados, no los forman, ni siquiera los tratan como personas, son sólo un número más en el engranaje de hacer dinero.
El Señor X solo piensa en los fines de semana y la jubilación.
Pero el Señor X no se va. No cambia de trabajo porque sabe que no encontrará nada mejor o, al menos, nada que pueda superar las condiciones actuales. El Señor X va cada día a la oficina desmotivado, no da el 100% y, en cuanto le surja una oportunidad mejor, no dudará en meter su cactus en una caja junto al resto de sus cosas y marcharse.
En cambio, la Señora X no tiene un gran despacho y su sueldo es más humilde. Pero cada día se va a trabajar sabiendo que su trabajo tiene un impacto positivo en los demás porque sus jefes se encargan de recordárselo.
Se siente valorada por sus compañeros y por la alta jerarquía. Además, cada año se realizan formaciones que la mantienen actualizada en su sector. Cuando tiene problemas, no duda que habrá alguien que la ayudará y trabajar en equipo es muy sencillo porque el clima laboral es excepcional.
La Señora X se encuentra muy a gusto e integrada en su trabajo y, si alguien la llama ofreciendo más dinero pero peores condiciones, es posible que la Señora X se lo piense dos veces antes de tomar una decisión.
El Señor X está retenido en su organización, la Señora X está vinculada y fidelizada a su organización.
El peligro de retener y no fidelizar
¿Realmente una empresa puede permitirse tener empleados que no quieran trabajar en su organización?
Cuando un empleado no está a gusto, no trabajará motivado, ni su rendimiento será eficiente. Tampoco innovará, ni hará que la empresa mejore.
Y, en casos extremos, hablará mal de la organización, creando una publicidad negativa que no beneficiará en absoluto porque: ni los clientes querrán comprar, ni el talento querrá entrar a formar parte de la compañía.
Un empleado “retenido” es el tipo de embajador que ninguna empresa querría tener.
Por eso, en la gestión de personas es importante dedicar tiempo y recursos en entender a los empleados, saber qué les preocupa, ayudarlos a mejorar y hacerles entender de manera fehaciente que no son un número más, si no una parte fundamental.
En definitiva, promover el sentimiento de pertenencia.
La importancia del sentimiento de pertenencia
Existen muchos artículos en los que se habla de la importancia del sentimiento de pertenencia para generar beneficios económicos.
Pero lo cierto es que el sentimiento de pertenencia es uno de los principales factores que influyen activamente en la “retención” del talento y ayudan a reducir la tasa de rotación a niveles óptimos.
Cuando sentimos que somos una parte significativa de la organización, implícitamente nos concienciamos de que nuestro trabajo tiene un propósito – normalmente alineado al de la organización- que impacta positivamente en la sociedad. Este sentimiento fomenta el compromiso y la fidelización.
Y no solo eso, también una mayor identificación organizacional implica un aumento del bienestar (Dávila de León y Jiménez, 2014).
Ahora bien, este sentimiento no se genera de forma espontánea, hay que trabajarlo. Y el principal responsable, según numerosos estudios, es el líder de equipo.
De hecho, Daniel Goleman en su reciente artículo “El dinero no es el motivador principal” explica que son los managers los que deben guiar a la plantilla hacia el propósito de su trabajo y así inspirarlos y motivarlos.
En otras palabras, son los líderes quienes deben conectar a las personas con su trabajo y dotarlo de un significado más profundo.
La clave para fidelizar el talento
Sí, los clientes son importantes. Pero, ¿Quién va a tratar con tus clientes? Tus empleados. Si tus empleados no están ligados a los objetivos de la organización, la motivación y el rendimiento se verán resentidos.
Para alinear a los empleados con los intereses de la empresa, debemos fidelizarlos y hacerlos partícipes de ella.
Conocerlos y conectar con sus intereses es esencial para crear una experiencia de empleado tan genial que haga que no se quieran marchar.
Así que… ¡Pregunta, pregunta, pregunta!
Hay que perder el miedo a preguntar. Muchos empleadores se resisten a tomar la iniciativa y preguntar abiertamente si hay algo que como organización se pueda mejorar.
Pero si no lo hacemos, no sabremos cómo están nuestros empleados. No sabremos cómo motivarlos. No sabremos si estamos perdiendo alguna oportunidad de innovar y tener más beneficios. No sabremos si las decisiones que tomamos son las correctas.
Preguntar es un recurso muy valioso y hay que aprovecharse de él.
Darles voz a los empleados no solo los implica más profundamente en la organización, también nos sirve para recoger toda la información necesaria que nos ayude a tomar aquellas decisiones que realmente sean significativas y mejoren el bienestar de los empleados.
No retengas a tus empleados, ofréceles el mejor sitio para trabajar y no querrán marcharse a otro lugar.